5 puntos de partida para escribir canciones (con consejos y anécdotas de Joni Mitchell, John Fogerty, Rodney Crowell, y otros)

 

[Este post es un extracto de The Complete Singer-Songwriter, escrito por Jeffrey Pepper Rodgers y del que se acaba de publicar una segunda edición ampliada en Backbeat Books.]

Es algo del subconsciente. Es como si esa pequeña canción tuya se fuera completando con el tiempo. Como un pozo, solo tienes que bajar el cubo y subirlo. Cuando eres cantautor, al menos un cantautor como yo, tienes que trabajar duro en tu oficio: cuando escuchas algo quieres ser capaz de entender cómo hacerlo. Pero las canciones, en sí mismas, no sé de dónde llegan o dónde van o por qué me escogieron a mí. Realmente son regalos, y tu trabajo es recibirlas y compartirlas.

—Greg Brown

Pregunta a los compositores de dónde vienen sus ideas, y empiezan a tantear en busca de las palabras o imágenes para explicar lo esencialmente inexplicable: las canciones simplemente aparecen de la nada, como un relámpago en un día soleado. Están siempre flotando a nuestro alrededor, accesibles a todo aquel que sepa escuchar. Aparecen a partir de errores interesantes o accidentes afortunados y, por supuesto, del dolor íntimo y la agitación emocional. Son como peces en aguas tenebrosas, a veces muerden el anzuelo y a veces no. La inspiración es algo misterioso, y a menudo los compositores no desean penetrar en ese misterio: tienen miedo de entender lo que está ocurriendo, no podrían adentrarse en ello nunca más.

La inspiración puede ser imposible de definir o controlar o predecir, pero eso no significa que tengamos que limitarnos a sentarnos perezosamente a esperarla. Hay muchas maneras en que podemos estar más receptivos a la inspiración y reconocerla más rápidamente cuando aparece. A través de los años, muchos cantautores han compartido conmigo sus aproximaciones y trucos para ayudarles a encontrar nuevas canciones y superar esos temidos períodos de bloqueo. Aquí tienes cinco ideas extraídas de esas conversaciones.

1. Tararea

Si alguna vez escribes la música antes de la letra, probablemente cantas cosas sin sentido o simplemente sonidos que encajan en la melodía y ritmo. Normalmente necesitas deshacerte de estos recursos y escribir letras “reales” –a todos nos alegra que a Paul McCartney se le ocurriera “yesterday” para sustituir la letra original, “scrambled eggs” (huevos revueltos)–, pero presta atención a tus parloteos espontáneos. A veces apuntan a una dirección interesante, y, además estas palabras o sonidos encajan maravillosamente con la música, por eso los cantaste desde un inicio. Pon en marcha la grabadora y deja que los sonidos fluyan sin ediciones ni filtros. Más adelante puedes volver a ello en busca de ideas utilizables o simplemente descartarlo todo.

Para mí, el proceso normalmente consiste en sentarme, hacer sonar el acorde, y lanzar mi voz sobre el acorde, con un grabador en marcha todo el rato, porque entro en una especie de trance en el que estoy dando tumbos en el país de la melodía. No sé lo que hago. Simplemente empiezo a cantar sílabas sin sentido, y se forma una palabra. Más tarde, cuando termino la canción, puedo revisar esa cinta de trabajo, y nueve de cada diez veces los sonidos guturales ya han empezado a convertirse en lo que acaba siendo un verso uno o dos meses más tarde. Realmente pienso que existe este caldo subconsciente en el que todo se forma, donde hay mayor sabiduría que la que puede ofrecerme mi cerebro de guisante.

—Beth Nielsen Chapman

Muchas veces me siento más satisfecho con mis propias cosas cuando de entrada no sé sobre qué estoy escribiendo. Simplemente tengo algo en lo que creo lo suficiente para cantarlo y tararearlo en un Walkman, y para volver sobre ello, a escuchar a qué intento llegar sin una letra intencionada. Y entonces empiezas a tener una idea. Consiste en crear material bello de la nada, algo un poco zen.

—Chris Whitley

La mayoría de mis canciones llegan así. Me pongo con un ritmo de guitarra que me engancha… me descubro a mí mismo cantando las palabras “turn away” (dar la espalda) sobre el ritmo, más algunas tonterías… me grabo haciendo todos esos sonidos y vuelvo a escuchar… y eventualmente empiezo a pensar, “Mmmm, turn away… dar la espalda… ¿a qué?” Esa frase y el espíritu de la música me lleva en una dirección para completar la letra y, en este caso particular, resulta en una canción titulada “Turn away” que habla de dejar atrás las luchas del pasado. Aunque nunca me planteé escribir sobre ese tema. Lo descubrí, lo que, para mí, es algo mucho mejor.

2. Comete errores

Muchos compositores que son guitarristas se han enganchado a usar afinaciones alternativas porque una nueva afinación les hace olvidar lo que saben y crea un entorno para accidentes extraños e interesantes. Eso es solo un ejemplo de cómo los errores pueden generar grandes ideas y por qué vale la pena cultivarlos.

Si solo trabajas a partir de lo que sabes, no puedes crecer. Es solo por medio del error que se hacen los descubrimientos, y para descubrir tienes que crear algún tipo de situación con un elemento de azar, lo que en física contemporánea se llama un “atractor extraño”. Cuanto más capaz sea de sorprenderme a mí mismo, más seguiré en este negocio, y jugar con las notas es una manera de continuar el camino. Constantemente estás tirando de la alfombra bajo tus pies, por lo que no tienes oportunidad de acomodarte en ningún tipo de fórmula.

—Joni Mitchell

Yo utilizo teclados, que sigo sin saber tocar, como una manera de apartarme de mi medio musical. Todos intentamos hacer esto de una forma u otra: sacudirnos de encima el patrón que siguen los dedos. Así es como llegas a algo que podría tener una cualidad única. Lo bueno llega cuando te lanzas por la pendiente de una manera o de otra.

—John Sebastian

3. Recopila títulos

Muchos cantautores guardan listas de títulos potenciales de canciones. Woody Guthrie fue un ávido coleccionista. Su manuscrito “Cómo escribir una balada” (en el Archivo Woody Guthrie) describe cómo pasó horas pensando en títulos de canciones y cómo tenía miles de ellos “guardados como bonos de ahorro”. John Fogerty ha conservado durante toda su carrera un libro con títulos, y me habló de sus auspiciosos comienzos.

Tengo un pequeño cuaderno con tapas de plástico, y en algún lugar del camino la primera cosa que escribí en él fueron las palabras “Proud Mary”. No tenía ni idea de lo que significaba, pero después de eso cada vez que tenía una idea la iba a escribir en ese cuaderno. Lo que descubrí fue que si tenía un título que sonaba interesante, iba a intentar escribir una canción interesante para ese título. Así es como llegó “Bad Moon Rising”. Lo había escrito ahí, y más tarde, en algún momento, jugando con algunos acordes y algo parecido a una historia, cuando repasé lo que entonces eran solo algunas páginas, vi la frase. “Sí, esta es la idea”, y continué en esa dirección.

—John Fogerty

Un buen título puede darte un gran punto de partida para escribir: puede sugerir un estado de ánimo, una actitud, un groove, un carácter. La idea de un título puede aparecer sencillamente en tu cabeza, o la puedes escuchar o ver en algún sitio. Mis canciones “Stop, Drop, and Roll,” “The Day After Yesterday,” “My Life Doesn’t Rhyme,” y “Enough About You (What About Me)”, empezaron todas con frases que salieron en una conversación. Con un título, el trabajo de componer consiste más en dar forma a una idea que en atrapar algo que está en el aire.

Me gusta cuando tengo un título. Entonces lo sé: se trata de esto. Hablando en general, tengo que decir que esas canciones tienden a ser más comerciales, a falta de una palabra mejor. Ya sabes, Vince Gill y yo escribimos “Its Hard to Kiss the Lips at Night That Chew Your Ass Out All Day Long” (“Es difícil besar por la noche los labios que te han reñido todo el día”). Bueno ese es un gran viejo título y es una broma, y sabes de qué va. De verdad que aprecio cuando se me ocurre un gran título, porque esas canciones son fáciles de escribir.

—Rodney Crowell

4. Adapta y vuelve a adaptar.

Si el silencio es atronador y estás cansado de mirar la página en blanco, intenta trabajar con material ya existente. Escribe una letra para una de tus melodías favoritas, o pon una nueva melodía a alguna letra o poema. O simplemente coge una canción que te guste y cámbiala un poco; así es como empezó Alynda Lee Segarra de Hurray for the Riff Raff, igual que otros muchos cantautores.

Cuando viajaba y me encontré por vez primera con Yosi Perlstein (violinista), que toca conmigo, tocamos juntos algunas viejas canciones folk, como “Worried Man Blues”, y ella cambiaba parte de las letras para que no fuese solo sobre hombres, también podía ir sobre mujeres. Le gustaba jugar con una letra sencilla o algo para hacerla más universal. Eso me impresionó. Yo hacía muy poco que escribía canciones, tendría unos dieciocho años, y me encantaba la idea de coger música folk y seguir la corriente, hacerla nueva, y hacer que fuese algo de mi generación.

 A veces retrabajo una vieja canción solo porque estoy bloqueada creativamente y necesito un punto de partida del que empezar.

—Alynda Lee Segarra

Si esperas usar tu adaptación comercialmente y no quieres verte metido en pedir licencias, céntrate en material de dominio público. Pero aun así puede ser un gran ejercicio reescribir un éxito pop o tontear con material protegido para pasar el rato. El proceso de adatar te obliga a ir más allá y resolver problemas de forma creativa. Así es como Duncan Sheik describió el proceso de musicar poesía para el álbum Phantom Moon.

Normalmente escribo la música primero y después las letras, cuando se me aparecen. Así que tuve que adaptarme un poco, pero una vez entré en el proceso, éste resultó muy natural. De hecho, realmente lo disfruté, se convirtió en una especie de puzzle fascinante, cómo hacer que una línea de texto funcione como frase musical, y cómo puedes tomar la estructura de un texto dado y hacer que funcione como estructura musical en toda una canción. Cada caso resultó ser una pequeña aventura.

—Duncan Sheik

Si tienes problemas para liberarte de una particular versión de tu material de origen (por ejemplo, estás intentando escribir una nueva letra para “Man of Constant Sorrow” pero no puedes quitarte de la cabeza la voz de Ralph Stanley), intenta acelerar o ralentizar la música, transponerla a otro tono o a otro instrumento, cualquier cosa para que lo familiar suene extraño y nuevo.

5. Usa un patrón.

Otra manera de componer sin empezar de cero es tomar la estructura de una canción que ya existe y rellenarla con tus propias letra y música. En cuanto a las letras, por ejemplo, la canción puede darte una plantilla para el número de líneas de cada sección, el número de sílabas de cada línea, y donde caen los acentos del ritmo.

Una vez estaba sentado en la furgoneta, por la noche, muy tarde, en algún lugar de España. De repente tuve una buena idea para una letra y me sentí, joder, ¿qué vamos a decir, lanzarnos a la cuneta? Pero realmente era una buena letra, y era algo que había querido escribir durante mucho tiempo, Así que saqué mi pluma y mi cuaderno en la oscuridad, y pensé: si hay alguna manera de hacer esto, voy a tener que buscar un patrón. Así que tomé “Desolation Row” de Bob Dylan, y escribí la canción para la melodía de “Desolation Row”. Y cuando volví a Inglaterra, cogí mi guitarra y escribí una melodía completamente nueva que no era en absoluto “Desolation Row” pero tenía exactamente la misma estructura.

—Billy Bragg

Puedes encontrar todo tipo de patrones interesantes en canciones tradicionales. David Wax (Museo David Wax) ha escrito muchas canciones trabajando con estructuras y cadencias de canciones folk mejicanas.

Muchas veces lo que he hechos es que he cogido una canción tradicional y he intentado dejar al descubierto los versos y la forma en que se repiten las líneas. Líricamente, está muy bien tener un patrón interesante y que no has utilizado previamente. Cualquier clase de estructura nueva es una gran herramienta. Puede inspirar la escritura de una forma que no habría sucedido de otra manera.

—David Wax