Gánate al público con tu ingeniosa charla desde el escenario

Rompiendo el hielo

La primera vez que fui a un verdadero concierto casero, resultó ser un show grindcore que tuvo lugar en Flagstaff, Arizona, en un local en el que se permitía beber a menores llamado Stab Mountain. A pesar del rudo sonido, la banda principal, Iron Lung, inmediatamente se ganó mi simpatía gracias a su charla entre canción y canción.

Entre cada una de las breves e inhumanas explosiones de sonido nos ofrecieron algunas de las ocurrencias más inteligentes que mis jóvenes orejas habían tenido ocasión de oír. Se reían de los chicos emo con sus cortes de pelo a lo Spock; se burlaban de las camisetas de los jóvenes de la primera fila; mantenían breves conversaciones con el público, justo antes de volver a lanzarse al puro caos trash. Yo me descojonaba. Esos tipos, en efecto, estaban rompiendo una barrera que la mayoría ni siquiera son conscientes de que existe: la llamada “cuarta pared” que separa al artista del público. La treintena de niñatos que estaban en aquel sudoroso sótano estaban siendo recompensandos ampliamente.

Esa moneda tiene otra cara. En la misma ciudad vi una vez a una jam band hippie en una plaza. Unos cuantos niños pequeños jugaban por las escaleras mientras sus padres tomaban el sol. Durante una pausa, el frontman con cola de caballo aprovechó la ocasión para hacer un chiste sobre el gobierno, utilizando el doble sentido de la palabra Bush (bush: arbusto, vello púbico femenino). La presencia de los niños, el chiste subido de tono, su naturaleza política… fue demasiado para mí y me tuve que escapar a una heladería cercana.

Lo que pretendo decir es que las cosas que dices en el escenario, a través de un micro, pueden ayudarte a ganar seguidores de por vida o alienar a la población entera. Nadie te pide que seas Jim Carrey, pero un poco de carácter no le hace daño a nadie. Aquí tienes un posible esquema de qué decir y cuándo decirlo:

Introducción:

Dí el nombre de la banda. No son necesarias las presentaciones individuales. Lo más probable es que a nadie le importe, y si les importa pueden preguntarte tu nombre después del concierto cuando estés pasando el rato en la barra o por la entrada. Si buscas un efecto dramático, o quieres mantener una actitud acorde con tu estilo de música a lo largo del set, este es el momento de marcar el terreno. Sobre el sonido de feedback, grita algo del estilo de “¡Vamos!, ¿Dónde estáis?”, o, por citar a la banda hardcore Hatebreed: “Cuando me despierto… ¡es cuando empieza la verdadera pesadilla!” Es importante asegurarse de que el resto de la banda está a punto, nada mas bochornoso que desnudar tu alma en público para, a continuación, tener que dar media vuelta para tararearle el riff de inicio de un tema a un guitarrista colocado.

Canciones 1,2,3:

A estas alturas, deberías limitarte a gritar “¡gracias!” rápidamente al micro, preferiblemente sobre los aplausos, seguido inmediatamente de los golpes de las baquetas.

Mientras afinas:

Ahora que has llegado al primer tiempo muerto planificado, puedes empezar a ganarte al público y a estirar esos músculos de comediante. Con una mano en las clavijas y un ojo en el pedal de afinación, cuéntales un chiste. Si estás fuera de tu ciudad, comenta la cultura local. “Cuando llegamos a la ciudad esta mañana… nos dimos cuenta que hay mucho fútbol. ¿Es eso lo que se lleva aquí? ¿Coméis mucho fútbol?” Ya les has mostrado que te interesas por ellos como personas y como lugar.

Conoce a tu público:

Si el público luce gran cantidad de parches y clavos, échale picante a tu set con generalidades dedicadas a la policía y quizá haz mención a diferentes maneras en que el género humano ha mostrado falta de compasión. Si la multitud es más del tipo atléticos—shorts—y—viseras, sugiéreles abrir espacio entre ellos. Tienes siempre que leer el público, tal vez quieren levantar la parafernalia de sus drogas hacia el cielo en señal de saludo, tal vez quieren acabar con los pretenciosos. Cuando hayas calibrado a la audiencia sabrás hacia donde dirigir tus chistes. No seas tímido (a menos que sea esa la mística que estás tratando de crear, en ese caso que les den y toca dándoles la espalda).

La Venta Final:

Véndeles la moto en el respiro antes del gran número final. Haz un chiste sobre cómo el dinero se irá en cerveza. Mantén la distancia, demostrando que esto va todavía de música, pero verbaliza tu agradecimiento a su atención. Entonces di: “bien, la última canción se llama…” y grita el título, una vez más preferiblemente sobre alguna forma de ruido en el escenario. Si cuentas cosas después de esa última canción, el clímax final perderá potencia. Deja que la última nota resuene en la sala y sal zumbando hacia el bar ocultándote tras la pantalla del bajo como si fuese el camerino.

Como en una buena película, un músico puede hacer que su público ría, llore, eche chispas y/o vomite. Deja que tu mente te guíe. Atrévete a romper el hielo, acaba con esa “cuarta pared” y no temas romper las convenciones para cautivar a tu público.


[Artículo escrito por nuestro colaborador Corey Dieckman, de Honduran y Great Wilderness.]