[Colaboración del cantautor Keith Alan Mitchell.]
Mucho se ha hablado de la desaparición del arte de las portadas de discos desde que el CD primero, y las descargas digitales después, tomaron el relevo de los LPs de 12” como el formato dominante en la distribución de música. Ahora el resurgimiento del vinilo está ayudando a darle la vuelta al asunto, igual que algunas websites de streaming y apps, que ponen la cubierta del álbum a pantalla completa.
Esto significa que la portada de tu álbum (o EP) todavía es increíblemente importante. No solo se verá en el teléfono de quien lo escuche, también estará en todas las webs de los distribuidores digitales, será compartida y aparecerá en las reseñas. Será mejor que te guste tanto como tu música, porque un montón de gente verá esa imagen antes de escuchar una sola nota de tu obra maestra.
Y esto no acaba aquí. ¿Haces merchandising, verdad? Muy probablemente incluirás esa imagen de portada en una camiseta o taza o abridor de botellas o pegatina… o en todo ello. ¿Y qué me dices de tu web? Sí, ahí también estará.
OK, lo has pillado. Tu portada es importante. “Pero”, dices, “yo soy músico, no un artista visual o diseñador gráfico”. ¿Qué hacer?
Lo primero, ¡interiorizar la idea de que probablemente no eres artista visual ni diseñador gráfico! Esto quiere decir que necesitas ayuda, profesional o de otro tipo. Segundo, no olvides que de la misma manera que te has esforzado componiendo, arreglando, practicando, grabando, mezclando y masterizando, el arte requiere tiempo. Es un proceso. No esperes al último momento o acabarás posponiendo el lanzamiento de este año para el año próximo. Esto es lo que a mí me pasó. El mastering de mi “nuevo” lanzamiento estaba listo hace un año, pero tardé todo ese tiempo en tener el diseño a punto.
Cuando empecé el proceso del diseño de portada, me dijeron “Todo el mundo quiere tres cosas: barato, rápido y de alta calidad. Pero solamente tendrás dos de ellas”. Nunca lo olvidaré, porque es cierto. Si no tienes cuidado, puedes acabar con una sola cosa de esas tres, o incluso ninguna de ellas. Yo tuve la suerte de acabar el proceso con “alta calidad”, pero no tuve éxito con ninguno de los otros dos ideales.
Sabía que quería una portada ilustrada, más que una foto o un estilo más de diseño gráfico. Pero nunca pensé que me llevaría tal cantidad de tiempo.
Después de esbozar algunas ideas de mi cosecha, llegó el momento de encontrar en serio a alguien para hacer el trabajo. Primero intenté trabajar con el amigo de un amigo que me iba a ayudar gratis. Esto sonaba bien, es un artista y diseñador gráfico profesional, ¿qué podía ir mal? Bien: “gratis” significaba cero responsabilidad: no tenía ningún control sobre mi amigo, los plazos de entrega eran inexistentes y mi proyecto estaba siempre el último en su lista de prioridades, comprensiblemente. Y como es un amigo, siempre me sentía un tanto culpable cuando lo incordiaba para chequear el progreso del trabajo.
Después de meses de no llegar a ningún lado, pasé al plan B: preguntar por ahí. Esto es complejo. Como contratar conciertos o encontrar músicos para tu banda, los contactos son vitales. Afortunadamente un buen amigo mío trabajaba al lado de una imprenta y tenía amistad con ellos. Tenían un grupo de artistas freelance con los que trabajaban regularmente, y uno de ellos acabó siendo perfecto para lo que yo tenía en mente. Problema resuelto, ¿verdad?
Falso. Empezamos con el proyecto, acordamos un precio, y entonces empezó el juego de los retrasos. Unas semanas después recibí algunas ideas y ayudé a elegir una dirección sobre la que trabajar. Pasaron dos semanas más sin noticias, y contacté de nuevo con el artista para comprobar cómo estaba todo. Me presentó algunos resultados, pero iban en la dirección incorrecta. Este ir adelante y atrás continuó durante algún tiempo. Meses, de hecho. Pasaron las vacaciones. Sufrimos los fríos de invierno. Y el calendario seguía avanzando. Yo me sentía frustrado por lo mucho que tardaba todo, pero tampoco quería despedir al artista, que parecía tan adecuado para el proyecto.
Eventualmente, tuve que enviar el mail de ultimátum (“acaba en dos semanas o tendré que buscar a otra persona para hacer este proyecto”). Eso funcionó. Tras una frenética actividad, bocetos y retoques, obtuve lo que quería.
Afortunadamente, una amiga que trabaja en diseño gráfico estaba disponible para finalizar y coordinar el arte final de la bandeja del CD, el libreto y la superficie del CD. Esta es otra tarea que debes planificar. Ella pudo hacer en 3 horas lo que me habría costado 20 horas o más, además de ser capaz de “hablar el lenguaje” de la imprenta con los chicos de fabricación.
Después de meses de retrasos, agobios, súplicas y esperanzas, todo el mundo acabó con un producto final del que se sentía orgulloso. Yo no me harté de la portada y continúan llegándome buenos comentarios de la ilustración. Definitivamente aprendí algunas cosas durante el proceso, que fue más largo que la grabación en estudio, las mezclas y la masterización juntos.
Si buscas un rápido paso-a-paso, aquí están tus opciones:
- Si no tienes nada de dinero, hazlo tú mismo y prepárate a que tenga aspecto amateur.
- O intenta conseguir la ayuda de amigos/familia, y calcula que tardarás mucho tiempo.
- Si tienes algo de presupuesto destinado a este fin (lo que recomiendo vivamente – inclúyelo en tu campaña de crowdfunding si vas a hacer una), pregunta por ahí, pon anuncios, y contrata a alguien; y asegúrate de que tienes un contrato que especifica expectativas y plazos de entrega.
- Algunos fabricantes de CDs ofrecen servicios de diseño. No investigué este método, aunque es posible que ahí pueda haber buenas opciones.
También tienes que tener en cuenta el tipo de look que quieres. Una ilustración original es muy diferente de una portada fotográfica, lo que a su vez es muy diferente de una portada basada en el diseño gráfico. Esta decisión condicionará con quién deberías trabajar.
Lo más importante, destina mucho tiempo. Si tienes una fecha de entrega, empieza pronto. Si tienes un concepto vago, empieza a darle forma con tus amigos creativos y contactos. Si lo haces con suficiente antelación, realmente puede ser un proceso divertido en lugar de caro y estresante.
¿Tienes alguna historia que contar del proceso de creación de tu portada? Compártelo en la sección de comentarios.
Keith Alan Mitchell es un cantautor radicado en San Francisco. Acaba de publicar su álbum de debut, This Clumsy World, que incluye una maravillosa ilustración de portada de la artista, de la Bay Area, Lena Gustafson.