Trabaja con el miedo escénico, no luches contra él

Trabaja con el miedo escénico, no luches contra él

Vale, seamos sinceros, casi todos hemos sentido esa corriente nerviosa al acercarnos al escenario. Algunos nos hemos visto superados por ella. Nuestras manos tiemblan, nuestra boca y garganta se secan repentinamente y nuestra mente se queda en blanco, olvidamos esa línea de letra, nos saltamos el puente de la canción y arruinamos totalmente ese solo… y salimos del escenario pensando: “¡Sé que lo habría hecho mejor si no hubiera estado tan nervioso!”.

De niña y adolescente, pensaba que los nervios eran algo divertido y natural. Antes de cada concierto, sentiría esas mariposas en el estómago y lo sabría “Ya está. Es mi momento. Es el momento que he estado esperando. ¡El momento de compartir mi talento y brillar!”

Pero a eso de los 20 años, empecé a sentir lo que llamamos “miedo escénico” —un miedo tan potente que afectaba a mi manera de tocar. Podía estar sobre el escenario pidiéndole a Dios que el show acabase YA —¡antes de estropearlo del todo! Me sentía desconectada de la música, del público y odiaba cada minuto. Pero después, fuera del escenario, me sentía fatal, deseando tener una nueva oportunidad, con nostalgia del escenario. Así que conseguía otra fecha, la esperaba con ansiedad durante semanas, y otra vez sobre el escenario el miedo me consumía,

Estar nervioso en el escenario es completamente normal. Junto a estar en intimidad con otra persona, el escenario es el lugar en el que eres más vulnerable… especialmente cuanto tocas tu propia música. Cuando nos oponemos a nuestro miedo, este se hace mayor. Cuando intentamos superarlo, crece aún más. Pero si aprendemos a trabajar junto al miedo, podemos tener la libertad que ansiamos y sentirnos seguros, fuertes y conectados cada vez que estamos en el escenario. No hay que ser un mejor músico técnicamente para superar el miedo escénico. No tienes que combatir tu miedo. ¡No tienes que tener menos miedo! Simplemente has de saber cómo aprender a ser vulnerable, y cómo usar la música y tu público para ayudarte a seguir, a estar centrado y ser el músico que has nacido para ser. Yo lo llamo “aprencer a recibir”.

Recibir aquí significa “dejar que te llegue, aceptar lo que se te ofrece”.

Cuando tocas, el público te da su atención. El miedo escénico es una simple consecuencia de esta atención, o una necesidad de demostrar que estás a la altura. Cuando confiamos en el regalo que ofrecemos con nuestra música y nos permitimos centrar nuestra atención en el público, el miedo escénico literalmente desaparece. A menudo, la reacción al miedo escénico es esforzarse más. Nos volvemos agresivos, apretamos la voz, tocamos más fuerte, nos obligamos a mirar al público, o cerramos los ojos como si no hubiera nadie. Lo que ocurre cuando intentamos luchar contra el miedo, o superarlo fingiendo que no existe, es que el público siente nuestra agresividad o impostura, y perdemos su atención.

Los nervios son simplemente una leve corriente de energía en el cuerpo y quizá algo de emoción. El miedo escénico aparece cuando estas sensaciones y emociones son alimentadas por ideas desalentadoras del tipo “no soy lo bastante bueno, no estoy preparado, ¿y si no les gusta mi música?”. Para dominar estas emociones tenemos que dejar salir nuestra necesidad de sorprender, complacer, convencer, y de ser fantásticos. Podemos hacerlo suavizando en vez de presionando: trabajando con la energía que recibimos. Somos fantásticos tal como somos. Cuando creemos en esto y estamos abiertos a “recibir”, atraeremos a los fans que realmente aman y aprecian exactamente lo que les ofrecemos.

Practica el dejar que te vean, que te escuchen, que te pongan a prueba. Cuando dejas que la gente entre, y recibes el regalo de su atención, ofrecer tu música a cambio se hace fácil y el miedo escénico, obsoleto. Créeme, funciona. Lo he experimentado en persona y ha funcionado con docenas de músicos. La próxima vez que tengas un concierto, en vez de centrar tu atención en tocar para el público, quiero que los veas mirándote y escuchándote, y que pongas en práctica la idea de dejarlos ser testigos de cómo eres exactamente con tu miedo, tu ansia por hacerlo bien, y todas tus imperfecciones. Puede sonar extraño, pero inténtalo. Cuando lo haces —cuando “recibes”— es más fácil acostumbrarse a sentirse vulnerable. Hay una fuerza interna y una solidez en tu conexión con el público en la que puedes confiar y relajarte. Tu necesidad de agradar se vuelve menos importante que la verdadera conexión y la posibilidad de expresarte. Cuando llegas a este estado mental, tu miedo se evapora y eres libre para expresar tu auténtico yo y ofrecer el don de tu música. Cuando “recibes”, el miedo escénico no solo no existe, es imposible.


[Artículo escrito por nuestra colaboaradora Emma Back, cantante y violinista de Gypsy-French-Folk-Pop, y fundadora de She Sings Out Loud.]